El Imperium Romanum fue la tercera forma de organización de la civilización romana desde Roma.
Durante este periodo el dominio de los romanos llegó a su máximo apogeo, dominando todo el Mediterráneo, Hispania, Galia, el norte de África, el Mar Rojo, el Mar Caspio y hasta el golfo Pérsico.
Fue la época de los Emperadores, que gobernaban de manera autocrática, dejando al Senado como un mero actor secundario.
Durante el Imperio Romano hubo cuatro dinastías diferentes de emperadores que fueron tomando el poder.
En el Imperio se distingue dos épocas: una de prosperidad y paz, el Alto Imperio (27 a.C. al 284 d.C.), y otra de decadencia, el Bajo Imperio (284 d.C. al 476 d.C.).
Finalmente, en el año 476 cayó el Imperio Romano de Occidente.
El Imperio Romano de Oriente perduró hasta el año 1453.
El inicio del Imperio Romano: el Alto Imperio
En el periodo final de la República, Julio César se autoproclamó Dictator perpetuos (dictador vitalicio), es decir, el mandatario absoluto.
El Senado no lo aprobó y conspiró para matarle.
Tras el asesinato de Julio César (año 44 a.C.), estallaron una serie de guerras civiles.
Julio César dejó como heredero de su poder a un joven Cayo Octavio, que más tarde se convertiría en el primer Emperador de Roma: el Emperador César Augusto.
Con él se inició una etapa boyante para el Imperio Romano, la de la época del Alto Imperio Romano.
El Emperador César Augusto
Augusto fue muy inteligente y hábil. Aunque él era el único que mandaba, no lo decía abiertamente, e instauró los principios de la República para contentar al Senado.
Fue ganando poder, gracias al dinero que ganaba en las batallas y las alianzas que hacía en las conquistas. Los soldados le idolatraban y por miedo, el Senado adoptó una postura dócil aceptando su soberanía y otorgándole infinidad de títulos.
El Emperador Augusto fue el emperador que más años reinó (del 27 a.C. al 14 d.C.). Tras su muerte fue divinizado por el Senado y por el pueblo, ya que en su reinado se conquistaron muchos territorios, creó una maquinaria administrativa sólida y fue una época de paz (Pax Augusta o Paz Romana).
En su honor, los posteriores Emperadores adoptaron sus nombres, César y Augusto.
Los sucesores del Emperador César Augusto, las 4 dinastías
Al Emperador César Augusto le sucedieron otros Emperadores, que se agrupan en 4 dinastías diferentes:
Dinastía Julio-Claudiana (27 a.C. al 69 d.C.)
Esta dinastía comenzó con el Emperador César Augusto, y le siguieron Tiberio (del 14 d.C. 37 d.C.), Calígula (del 37 d.C. al 47 d.C.), Claudio (del 41 d.C. al 54 d.C.) y Nerón 54 d.C. al 68 d.C.).
Durante el reinado de estos Emperadores el Imperio experimento grandes riquezas, gracias a las bases que había cimentado el Emperador Augusto.
Ya que exceptuando a Claudio, el resto no tenía ninguna habilidad de mando. A Tiberio el cargo se le quedaba grande, Calígula era un déspota que se creía un dios en vida y Nerón sumió a Roma en terror por sus locuras y excesos.
Dinastía Flavia (del 69 d.C. al 96 d.C.)
Tras morir Nerón sin herederos, se produjo una guerra civil y Vespasiano tomó el poder por la fuerza, dando comienzo a la dinastía de los Flavios.
El reinado de esta dinastía fue la más corta. Comenzó con Vespasiano (del 69 d.C. al 79 d.C.), después su hijo Tito (del 79 d.C. al 81 d.C.) y finalmente, Domiciano (del 81 d.C. al 96 d.C.), con una gestión pésima.
La dinastía de los Flavios destacó por su sus dotes administrativas y constructivas. De esta época es el famoso Coliseo.
Dinastía Antoniana (del 96 d.C. al 192 d.C.)
Tras la muerte de Domiciano, el Senado se hizo con el control y nombró a un senador mayor como figura de transición. Era el respetado Nerva.
El emperador Nerva (96 d.C. al 98 d.C.), nombró como su sucesor a Trajano (98 d.C. al 117 d.C.). Fue un gran soldado-emperador de origen hispano que realizó la mayor expansión militar de la historia romana y fue un gran filántropo. El Senado le declaró optimus princeps (mejor gobernante).
Le sucedió Adriano (117 d.C. al 138 d.C.), con el que el Imperio alcanzó la mayor extensión territorial. Y después, Antonio Pío (138 d.C. al 161 d.C.), el bondadoso.
Le siguieron sus dos hijos adoptivos que gobernaron juntos, Lucio Vero (161 d.C. al 169 d.C.) y Marco Aurelio (161 d.C. al 180 d.C.), el Sabio. Hombre de paz y autor de grandes obras literarias.
La dinastía Antonina fue la más longeva, 96 años, y la mejor para el Imperio. Es conocida como la época de los Cinco emperadores buenos.
Ninguno tuvo herederos, por lo que cada uno elegía como su sucesor el que mejor aptitudes tenía.
Pero Marco Aurelio rompió este sistema y nombró como sucesor a su sangriento hijo Cómodo (180 d.C. al 192 d.C.). Éste llevó al Imperio Romano a una de sus mayores crisis.
Dinastía de los Severos (del 193 d.C. al 235 d.C.)
Con el reinado de Cómodo se terminó la Edad de Oro del Imperio.
El Imperio Romano perdía territorios por los ataques de los barbaros y Cómodo en vez de enfrentarse, firmó la paz con ellos.
Al morir éste, el Senado dejó el poder en las legiones y tras meses de incertidumbre se hizo con el poder Septimio Severo (193 d.C. al 211 d.C.), el primer emperador proveniente del norte de África.
Le sucedió su hijo Caracalla (198 d.C. al 217 d.C.), quien llevó al imperio a una campaña nefasta a Oriente.
Tras el vino Macrino (217 d.C. al 218 d.C.) y Heliogábalo (218 d.C. al 222 d.C.), que no era de la familia de los Severos.
La dinastía de los Severos finalizó con Alejandro Severo (222 d.C. al 235 d.C.).
Estos emperadores se enfrentaron a los constantes ataques de los enemigos y no estaban preparador para hacerles frente.
La crisis del Imperio Romano del siglo III
En el siglo III, tras la muerte de Alejandro Severo (235 d.C.) reinó una gran confusión en el Imperio Romano. Los emperadores se sucedían tras estar días en el trono, los bárbaros asediaban las fronteras, los generales impulsaban la guerra civil, la población se empobrecía y las provincias se descontrolaban.
El caos estaba por doquier y parecía el final del Imperio.
Pero un general llegó al poder en el año 284 d.C. y puso orden de nuevo: Diocleciano.
El Bajo Imperio Romano
Con las medidas de Diocleciano el Imperio volvió a tomar aire, pero ya se encuentraba muy debilitado y lejos de la época dorada del Alto Imperio.
La burbuja de aire de Diocleciano
Diocleciano reformó el Imperio y lo dividió en dos para poder dirigirlo mejor. La línea divisoria la colocó en la península balcánica.
Y para gobernar instauró la tetrarquía: cada parte del imperio la gobernaría un emperador, con el título de Augusto, y estos a su vez tendrían un vice-emperador, llamados César.
Pasó a la historia por hacer frente a la creciente fuerza del cristianismo, impulsando la más sangrienta persecución a los cristianos en el año 303 d.C.
Finalmente, debilitado tuvo que abdicar en el año 305 d.C.
El emperador Constantino I el Grande y el cambio de la capital
Tras una lucha de poder, el siguiente Emperador tras la abdicación de Diocleciano fue Constantino Cloro (305 d.C. al 306 d.C.). Que volvió a unificar el Imperio.
Tras un corto reinado dejó el poder a su hijo Constantino I el Grande (306 d.C. a 312 d.C.).
Constantino I realizó dos reformas trascendentales:
- Instauró la libertad de culto, legalizando así al cristianismo en el año 313 d.C. con el edicto de Milán.
- Refundo la ciudad de Bizancio (actual Estambul) y traslado allí la capital del Imperio Romano en el año 324. La llamó Constantinopla.
Paradójicamente, Roma, la ciudad que había creado el Imperio quedó relegada a un segundo plano.
La división del Imperio Romano
El siguiente Emperador, Teodosio (379 d.C. al 395 d.C.), convirtió el cristianismo en la religión oficial de Roma, prohibiendo el paganismo.
Lo hizo mediante el edicto de Tesalónica en el año 380 d.C.
Fue el último Emperador del Imperio Romano, ya que decidió dividirlo en dos y repartirlo entre sus dos hijos: el Imperio Romano de Occidente para su hijo Honorio y el Imperio Romano de Oriente para su hijo Arcadio.
El final del Imperio Romano
El Imperio Romano de Occidente no pudo resistir más y cayó en el año 476 d.C.
Los motivos de la caída del Imperio Romano fueron tanto internos como externos.
Internamente, no cesaban las guerras civiles por el empobrecimiento de la ciudadanía, el mal gobierno de los Emperadores que se sucedían uno tras otro y la fuerza militar de los generales luchando por el poder.
Externamente, las tribus bárbaras del norte atacaban con más fuerza y ahínco. Finalmente, saquearon Roma.
El Imperio Romano de Oriente, sobrevivió mil años más, hasta el año 1453, cuando fue conquistado por los turcos.
Tras la caída del Imperio Romano de Occidente, una figura tomó una espectacular relevancia en Roma, el Papa.
Pasamos de una de las civilizaciones más potentes de la historia, a la más poderosa, que tras XXI siglos de vida, aún persiste.
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