Pero en Cartago, en la costa norte de la actual Túnez, había otra gran potencia que controlaba el Mediterráneo.
Las guerras más famosas a las que se enfrentó Roma y con las que conquistó el mundo fueron las Guerras Púnicas.
Más concretamente 3 guerras:
La primera Guerra Púnica (264 a.C. a 241 a.C.)
Cartago conquistó Sicilia, poblada por prósperas colonias griegas. Pero Mesina se resistió y pidió ayuda a los romanos. Roma fue en su auxilio y dio comienza la primera de las Guerras Púnicas.
Al principio Roma achacó su falta de experiencia en batallas navales, pero tras 20 años de guerra, en el año 241 a.C., los romanos se quedaron con Sicilia.
Cartago se comprometió a no atacar un aliado de Roma y tuvo que pagarle grandes riquezas.
La cuantía era tan elevada que Cartago tuvo que regalar la mitad de la Península Ibérica a Roma (del Ebro hacia arriba).
La segunda Guerra Púnica (218 a.C. a 201 a.C.)
La ciudad de Sagunto estaba al sur de del río Ebro, pero firmó una alianza con Roma.
Anibal, el jefe del ejército cartaginense, cercó la ciudad y dio comienzo al segunda Guerra Púnica.
Los romanos mandaron todas sus tropas a la Península Ibérica a enfrentarse a Asdrúbal, el hermano de Anibal.
Mientras, Anibal, cruzó los Pirineos y los Alpes y tras arrasar el norte se plantó en las puertas de Roma.
Pero Anibal no atacó por miedo a quedarse cercado entre el norte y el sur, y se dirigió al sur a la espera de refuerzos.
En la batalla de Cannas, Anibal aniquiló a los romanos.
Pero los refuerzos no llegaban y se quedó atrapado en Italia durante 16 años, en lo que los romanos iban mermando poco a poco su ejército. Finalmente tuvo que regresar a Cartago por mar.
El general Publio Cornelio Escipión, atacó a Anibal y tras la dura batalla de Zama, los romanos vencieron.
Se hicieron con el control absoluto del Mediterráneo, el Norte de África, la Península Ibérica y el sur de la Galia.
La tercera Guerra Púnica (149 a.C. a 146 a.C.)
Roma quería aniquilar Cartago para evitar su resurgir, tras el tratado de paz.
Buscaba cualquier pretexto para emprender una guerra. Le pidió a Cartago 300 hijos de la nobleza y tras negarse, Roma le declaró la guerra.
Los romanos quemaron Cartago y los supervivientes se vendieron como esclavos.
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