La Perla del Adriático enamora por sus enormes fuertes y murallas transitables, por su buen rollo y por el mar turquesa que le rodea.
Al entrar por la Puerta Pile o la Puerta Ploče te adentras en otra época, en un escenario mágico.
Pasear por su calle principal, Stradun, es una gozada. Los monumentos más importantes están a su alrededor: la Gran fuente de Onofrio, el Monasterio de San Francisco y la Plaza de Luža, con la Iglesia de San Blas, la Torre del Reloj o el Palacio Sponza.
Pero por nada del mundo tienes que perderte el encanto de sus callejuelas medievales, sobre todo las que están detrás de la Catedral.
Como buena ciudad mediterránea ofrece un montón de planes o atracciones para disfrutar. Sus preciosas playas, sus idílicas islas, paseos en kayak… ¡Y un agradable ambiente nocturno!
Pero también es una ciudad con mucha historia. Podemos acercarnos a ella en museos como el Museo Etnográfico o en el Museo de la Guerra de Independencia, donde se narra la horrible Guerra de los Balcanes.
Y si eres fan de la serie de Juego de Tronos podrás descubrir los escenarios donde se ha grabado la serie como las escaleras de la Iglesia de los Jesuitas o el Fuerte Lovrijenac.
Por su ubicación, también es una ciudad desde la que hacer excursiones muy interesantes a otros lugares de Croacia como Korcula o Ston y a países vecinos como la Bahía de Kotor en Montenegro o Mostar en Bosnia-Herzegovina.
Dubrovnik es una ciudad pequeña que puede visitarse en un día, pero te recomendamos que estés durante al menos dos días para disfrutar de ella.
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